Share/Bookmark

domingo, 28 de septiembre de 2008

El eclipse y otras desgracias menores



Hoy les ofrecemos por fin la cuarta entrega de las desventuras de JaimeG, un estudiante de Física de Erasmus en Hannover. Este fragmento del relato narra los singulares sucesos que rodearon el eclipse de luna del pasado 16 de agosto ¡Que lo disfruten!

Jueves 15 de agosto de 2008

8:35
Vuelvo, a bordo de mi bici, a la sede de la Federación Alemana de Socorrismo.

8:41

Asombrosamente, después de seis minutos pedaleando por una de las principales arterias de la ciudad, en día laborable y plena hora punta, mi condición de ciclista no me ha granjeado aún ningún bocinazo, insulto o pedrada en la cabeza. Es más, durante una maniobra de cambio de carril, un conductor me ha cedido el paso, gesto éste que agradecí con lágrimas en los ojos por la falta de costumbre.

Parece ser que en Hannover, las bicicletas no son consideradas blancos móviles contra los que descargar legítimamente toda la ira acumulada al volante, sino que gozan de los mismos privilegios que el resto de vehículos: toda una utopía para el ciclista ibérico medio.

8:51
He llegado antes de que abran. Con gran satisfacción, me siento a esperar en los escalones de la entrada. Para matar el rato, repaso mentalmente mi infructuosa entrevista de ayer con el encargado del equipo de natación universitario, recién llegado de sus vacaciones:

El encargado en sí, resultó ser una mujer joven de voluptuosas proporciones, que no vienen al caso. Al expresarle mi deseo de entrenar a buen nivel durante el curso, contestó honestamente que el equipo universitario no respondería a mis expectativas, y me recomendó ponerme en contacto con otro grupo, de vacaciones hasta el 1 de septiembre, que entrena en unas piscinas cercanas al estadio de fútbol del combinado local, el Hannover 96. Así las cosas, mi visita de hoy a la Federación de Socorrismo se torna crucial para asegurarme un sitio donde nadar durante los próximos meses.

A diferencia de la inmensa mayoría de mis coetáneos, no me pasé la infancia jugando al fútbol, al baloncesto o a la Nintendo 64, ni tomando lecciones de órgano o kárate, sino recogiendo monedas y otros objetos de valor del fondo de las piscinas públicas, actividad ésta, que a día de hoy sigue siendo mi principal fuente de ingresos y que, teniendo en cuenta que estudio Física, se perfila como una respetable salida laboral el día de mañana. Por este motivo, el contacto periódico y abundante con el agua clorada de una piscina, o en su defecto con el agua de mar, cosa francamente complicada en Hannover, es vital para mi subsistencia.

9:20
Aún no han abierto. Es posible que, en deferencia a los acuerdos sindicales, los trabajadores de la Federación dediquen unos minutos a desayunar abundante y sosegadamente en algún bar cercano.

9:47
Aún no han abierto. Es posible que necesiten un purito y un café para digerir el típicamente opíparo desayuno alemán.

10:29
Aún no han abierto. Es posible que hayan empalmado el desayuno con el refrigerio de media mañana. Llamo repetidas veces a la puerta para cerciorarme de que, en efecto, no hay nadie.

11:18
Aún no han abierto. Es posible que se hayan enzarzado con algún parroquiano en una discusión político-deportiva, como comúnmente ocurre en los bares españoles a estas horas de la mañana, cuando comienzan a servirse cervezas y medios whiskys en sustitución de los zumos de naranja y cafés con leche.

12:00
Hora del Ángelus. Aún no han abierto. Es posible que la discusión degenerase en una reyerta con funestas consecuencias para los empleados de la Federación, aunque francamente, lo considero poco probable.

12:27
Me dirijo de nuevo a la playa del Maschsee a pedir explicaciones al socorrista.

12:34
El susodicho socorrista me contesta, con una amplia sonrisa, que, al darme la dirección y horario de la Federación el lunes, olvidó decirme que cierran por vacaciones hasta el 19 de agosto.

13:25
Tras arrojar el cadáver a un contenedor de basura orgánica, me dirijo al comedor universitario.

13:51
Frente a mí se sienta un joven de mirada perdida, pelo largo y apetito voraz, ataviado con una extraña camiseta estampada con el siguiente mensaje : e-iπ + 1 = 0.

14:01
Mientras me acabo el yogur de macedonia, decido entablar contacto verbal con el antes mencionado espécimen. Me cuenta que también estudia Física.

14:16
Mientras me como el escalope de pollo con guarnición de patatas fritas, fosforescentes y de textura gelatinosa, me cuenta que este año va a entrar en el segundo curso. También me propone que visitemos la delegación de alumnos de Física después de comer.

14:24
Mientras me acabo la sopa de rabo de buey, acepto gustoso la invitación. A su indiscreta pregunta de por qué almuerzo empezando por el postre y terminando por la sopa, contesto que me gusta mantener mi estómago bien organizado.

16:12
Tras despedir a mi amable guía, pongo rumbo a la residencia. Hemos visitado la delegación de alumnos que, sorprendentemente, comparten físicos y matemáticos en perfecta armonía, y también el Instituto Einstein de Física Gravitacional.

16:40
En vista del caos reinante en mi habitación, decido dedicarme a adecentarla. Gracias a sus dimensiones carcelarias y a mi pobre concepto del orden y la limpieza, presumo que acabaré en pocos minutos.

17:10
He recibido carta de los del banco. A continuación detallaré el contenido del sobre:

a) Hoja DIN-A4 de abigarrada tipografía, escrita por ambas caras, felicitándome por haber solicitado una tarjeta bancaria en su entidad financiera.
b) Colorido panfleto publicitario, impreso en papel satinado, sobre las múltiples ventajas que conlleva la solicitud de dicha tarjeta bancaria.
c) Número secreto de mi nueva tarjeta bancaria.

Por desgracia, el sobre no contiene:

d) Tarjeta bancaria.
e) Dinero en efectivo.

Debo acudir mañana temprano al banco para aclarar el asunto.

19:15
Descanso en la sala común de la residencia, viendo los resúmenes de la jornada deportiva en los Juegos Olímpicos de Beijing por televisión.

19:21
Entablo conversación con uno de los muchos residentes chinos que aquí se encuentran. Lleva ya siete años en Hannover estudiando ingeniería mecánica.

En cierto momento, aparecen en pantalla imágenes de Venecia. Me desaconseja viajar allí porque según él cobran 2€ por usar los baños públicos. A continuación, declara que Roma es un destino mucho más aconsejable, aunque me advierte de que los italianos son todos unos guarros, a lo cual asiento mecánicamente y con notable desinterés.

Viernes 16 de agosto de 2008

9:15
En el banco me informan de que la tarjeta llegará en un plazo máximo de diez días por correo, tal y como se explica en uno de los pocos párrafos que no me entretuve en traducir de la hoja DIN-A4 de abigarrada tipografía que recibí ayer. Entre tanto, puedo retirar efectivo bien presentando la documentación necesaria en esa misma sucursal o bien a punta de pistola donde a mí me apetezca.

10:27
De nuevo en la residencia, me recojo en mi habitación e intento ganar algunas horas de sueño, tarea difícil teniendo en cuenta los furiosos aullidos que, de cuando en cuando, emiten algunos residentes que siguen en directo la jornada olímpica desde la sala común. Esta noche hay eclipse (de Luna, evidentemente) y me gustaría poder contemplarlo.

23:00
Salgo de la residencia ardiendo en deseos de probar las luces de mi bicicleta. Con este propósito, me dirijo a un parque cercano. En el cielo dominan las nubes frente a los claros. No veo a la Luna por ninguna parte.

23:12
Pese al intenso frío, hay bastante gente paseando en bici; algunos con luces y otros sin ellas. Dado que el parque carece de alumbrado nocturno, a éstos últimos no se les ve.

23:28
Oigo música a lo lejos. Un disc-jockey deleita con sus mezclas a un corrillo de jóvenes, que agitan sus extremidades rítmicamente, aunque con cierta desgana. La música no es de mi agrado, así que me alejo algunos metros.

23:42
El disc-jockey se marcha pero, por desgracia, es inmediatamente sustituido por los potentes equipos de altavoces de dos coches, en cuyos maleteros parece haber una provisión inagotable de todo tipo de bebidas alcohólicas.

Al amparo de las sombras, algunas parejas yacen sobre la hierba, intuyo que ocupados en actividades impúdicas y pecaminosas. Considero oportuno marcharme ya.

23:57
Emerjo nuevamente en una zona iluminada, cerca del museo Wilhelm Busch. Miro al cielo con cierta preocupación. Sigue nublado.

00:02
Dos hombres discuten acaloradamente ante la mirada curiosa de algunos morbosos transeúntes, entre los que me incluyo. Por desgracia, discuten en alemán con lo que sólo entiendo palabras sueltas.

00:07
Justo cuando están a punto de pasar de la fase de intimidación verbal a la de propinarse coscorrones mutuamente, sin dejar de gritar en ningún momento, los contendientes comienzan a separarse caminando marcha atrás y agitando amenazadoramente los brazos. Este decepcionante desarrollo de acontecimientos, que en principio achaqué a la naturaleza pacífica que siempre ha caracterizado a los alemanes, fue, en cambio, debido a la proximidad de un coche patrulla, alertado sin duda por algún vecino quisquilloso.

00:16
Aún no hay rastro de la Luna. Sigo pedaleando hacia el centro en pos de la multitud.

00:25
Acabo en una zona de fiesta. Se trata de un complejo de carpas con distintas ambientaciones musicales. Mucha gente bailando y bebiendo, pero poca chica suelta.

00:48
Después de recorrer las siete carpas, no he encontrado ningún ambiente a mi gusto. Me dispongo a retomar mis frustradas observaciones astronómicas. Sigue nublado. El eclipse debe haber empezado ya.

01:20
La Luna sigue sin comparecer. Derrotado por el sueño y la tortícolis, decido poner nuevamente rumbo a la residencia.

Veracidad: 75%



No hay comentarios: