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lunes, 25 de agosto de 2008

Primeros días en Hannover



Tras el abrumador éxito del estreno de nuestra sección Sin noticias de JaimeG, continuamos esta semana relatando sus estrafalarias aventuras en Hannover. El presente capítulo narra (con ciertas concesiones artísticas) los extraordinarios sucesos ocurridos los días 7 y 8 de agosto.

Jueves 7 de agosto de 2008

6:00
Suena la alarma del despertador. Lo arrojo por la ventana. Doy media vuelta y sigo durmiendo.

6:05
Vuelve a sonar el despertador. Abro los ojos súbitamente. Una inspección rápida de la habitación me lleva a concluir que:
a) Anoche no llegué a sacar el despertador de la maleta.
b) Fue la lámpara lo que arrojé en su momento por la ventana.
c) La ventana estaba cerrada.
A pesar de ello, considero conveniente seguir durmiendo un rato más.

7:56
Tras asearme, termino de recoger los trozos de cristal del suelo. Con el cansancio del viaje, no me había detenido a examinar mi habitación. Es pequeña pero funcional. Nada más entrar, cae uno de bruces dentro del armario. A su izquierda hay un pequeño escritorio y un par de estanterías de IKEA (modelos Tzsåpüzig y Ënklenskå respectivamente). Al fondo está la maltrecha ventana y del lado opuesto, completan el mobiliario una cama, un pequeño muro de ladrillo (que hace las veces de cabecero), un banco de madera que bien puede servir como mesilla de noche o bien como asiento (según se proponga uno dormir o estudiar) y un lavamanos.

8:12
Debo dedicar la mañana al papeleo de la residencia y abrir una cuenta en el banco. Considero preferible no desayunar y ponerme en marcha cuanto antes.

8:17
Me asomo por la ventana para analizar las condiciones meteorológicas: cielo parcialmente nublado, temperatura: 21.3 ºC, humedad relativa: 42%, presión atmósférica: 1012 mb, masa del neutrino electrónico: 2.1 eV.
En vista del buen tiempo, opto por una indumentaria veraniega: pantalón corto, camisa hawaiana, sombrero de paja, calcetines hasta las rodillas, prismáticos, etc.

8:20
Salgo a la calle. Comienza a llover copiosamente. Maldigo mi estampa.

14:03
Por fin logro regresar a la residencia (a nado), tras haber resuelto exitosamente los dos trámites que me propuse (pese a mi absoluto desconocimiento del idioma y de la geografía de la ciudad de Hannover). Nada más atravesar la entrada, deja de llover.

16:08
Tras un frugal almuerzo y una merecida siesta, me pongo a descifrar, diccionario en mano, el enigmático contenido del documento que me dieron en el banco.

23:09
Por fin he terminado con el párrafo 1. Ya sólo quedan doce. Opto por irme a dormir y continuar mañana.

Viernes 8 de agosto de 2008

6:00
Suena la alarma del despertador. Ayer también olvidé desactivarlo. Me envuelvo la cabeza con la almohada y sigo durmiendo.

6:05
Vuelve a sonar el despertador.

6:10
Vuelve a sonar el despertador.

6:16
Afortunadamente, al despertador parecen habérsele agotado las pilas.

8:45
Decido aplazar la traducción del folleto informativo del banco y salir a explorar por los alrededores. A fin de evitar contratiempos meteorológicos, salgo equipado con un traje de neopreno, gafas de buceo, aletas, arpón, repelente para medusas, botellas de oxígeno, etc.

9:50
En mi camino hacia el centro de la ciudad, encuentro un locutorio de aspecto ruinoso. Entro a informarme sobre las tarifas. Desafortunadamente, no he traído conmigo el diccionario. Confío en saber defenderme en inglés.

10:54
Parece ser que el dependiente, no me entiende a causa de mi acento francés. Emulando a E.T. balbuceo “telefonzelle”, “arufen” y escenifico una corrida de toros.
El dependiente me contesta en castellano que llamar a España cuesta 5 céntimos el minuto y que deje de hacer el imbécil o acabaré ahuyentándole la clientela. Según me explica a continuación, estuvo viviendo varios años en Madrid.

11:07
Continúo mi camino hacia el centro. Andar me resulta fatigoso ¡Cuánto mejor estaría subido a una bici!

11:20
Acabo en un animado mercadillo (Flohmarkt). Me entretengo unos minutos curioseando. Venden cacharros viejos, cinturones, revistas atrasadas, bollería casera, piezas de artesanía étnica, cassetes de carátulas descoloridas, lencería de segunda mano,...pero, por desgracia, no hay ningún stand con bicicletas.

12:07
Mis doloridas piernas me llevan hasta la orilla de una playa. Tras consultar el mapa, observo que estoy en el Maschsee, el lago de Hannover. Se divisan numerosos barcos de vela y a motor, piraguas, algún bañista,... Dado que se cobra por la entrada, decido dar media vuelta.

12:23
Examino de nuevo el mapa y doy con el camino más corto de vuelta a la residencia (una geodésica). Me pongo en marcha. Es asombroso que en tan sólo dos días haya llegado a conocer Hannover tan a fondo.

14:30
Creo que me he perdido.

16:47
Llego al fin a mi habitación arrastrando pesadamente las piernas y me desplomo sobre la cama. La situación es crítica: ¡Necesito conseguir urgentemente una bicicleta!

Veracidad - 24%



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