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jueves, 4 de noviembre de 2010

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lunes, 17 de noviembre de 2008

El ordenador de JaimeG


Tras una larga, pero merecida espera, por fin hoy les presentamos el quinto, y más espectacular, capítulo de Sin noticias de JaimeG, nuestra sección estrella. En él se narran los singulares sucesos en los que nuestro desventurado protagonista se vio envuelto el 21 de agosto de 2008, y cómo se desenvolvió.


Jueves 21 de agosto de 2008

9:52
Acuciado por la alarmante exigüidad de ropa limpia en mi armario, visito por primera vez la lavandería de la residencia.

10:02
La lavandería en cuestión consiste en un pequeño habitáculo equipado con una única lavadora (BOSCH), de gran simplicidad estructural, pero aparentemente de muy difícil manejo, a juzgar por la gran cantidad de cuartillas explicativas que empapelan la estancia.
Por desgracia, dichas cuartillas explicativas están redactadas en alemán.

10:05
Al percatarse de mi presencia, un residente chino, que en aquel momento se afanaba en introducir su ropa en la antes mencionada lavadora, saca la cabeza del tambor y, acto seguido, vuelve a colocársela sobre los hombros.

Me informa de que para hacer uso de la lavandería, debo apuntarme en la lista de espera y añade a continuación, que tal vez quede algún hueco libre a mediados de octubre.
Dadas las circunstancias (adversas), considero conveniente cancelar mi baño matutino y adoptar la arraigada costumbre alemana de ducharme sólo el primer día de cada mes lunar.

11:32
Me dirijo de nuevo al locutorio de la Lutherkirchenplatz con intención de adquirir un ordenador de segunda mano. El local está poco concurrido: además del dueño, que aguarda ansioso tras el mostrador la llegada de clientes, hay una paloma que picotea en vano el alicatado de granito en busca de bebida y/o alimentos.

11:36
Tras exponer el motivo de mi visita, el susodicho propietario, me confirma que en efecto, tiene varios equipos a la venta a precios muy razonables.

12:24
Después de mantener una acalorada discusión sobre lo que un estudiante de Física de Erasmus sin fuentes de ingresos ni ahorros, puede entender por ‘precio muy razonable’, formalizamos la transacción.

12:35
Surge el problema del transporte de mi recién adquirido equipo informático. Opto por llevar la torre en la cesta de la bici en primer lugar, y volver luego a por la pantalla.

12:41
Comienza a caer una violenta tromba de agua. Corro a resguardarme en el locutorio.

13:52
Ya lleva casi una hora y media lloviendo sin parar. Sorprendentemente, y pese a la intensidad de la precipitación, no se han taponado las alcantarillas e inundado las calles, ni se ven coches flotando, arrastrados por la corriente, ni hordas de salvajes empuñando garrotes y saqueando comercios. Ni tan siquiera se ha ido aún la luz.
Por el contrario, vehículos y viandantes, los más hidrófugos de los cuales no portan paraguas, circulan tranquila y sosegadamente; algo insólito para quien haya vivido tanto tiempo como yo en Tenerife. Allí, bastan veinte minutos de lluvia para acabar con todo el esplendor de la civilización occidental contemporánea.

14:05
Sigue lloviendo. Me he perdido el almuerzo: el comedor universitario cerró hace 5 minutos.

14:35
Sigue lloviendo. Soy amablemente convidado por el propietario del local, alertado sin duda por los furiosos rugidos de disconformidad de mis intestinos ante el ayuno forzado, con parte de su almuerzo, que según me informa, es un tayín de ternera; plato muy apreciado en la gastronomía de Marruecos.

15:02
Sigue lloviendo. Los lastimeros quejidos de mis tripas, lejos de cesar, se han intensificado debido al criminal contenido en picante del pintoresco plato magrebí.

15:48
Sigue lloviendo. Entra en el local una despampanante joven, de cabellos dorados, elásticos andares, embriagador aroma y generosas pechugas, adherido al brazo derecho de la cual, entra también un espécimen ojeroso, de barba rala y prominente entrepierna, que identifico de inmediato como el hijo del dueño del negocio.

16:14
Sigue lloviendo. Tras intercambiar unas palabras con la pareja de recién llegados, me entero de que el antes mencionado espécimen, de nombre Mustaba, nació y se crió en Madrid.

16:15
Sigue lloviendo. En opinión de la deslumbrante joven de perfumados cabellos, no tengo pinta de español, comentario éste que me sienta como una patada en los riñones.

16:16
Sigue lloviendo. Consciente de mi contrariedad, Mustaba se apresura a añadir en castellano que su novia no había tenido ocasión de ver a muchos españoles, intuyo que para desautorizar su punto de vista.

16:21
Sigue lloviendo. Al ser interrogado al respecto, y dejando a un lado cuestiones étnico-antropológicas, pese a que aún siento gran curiosidad por conocer qué rasgos caracterizan, en su opinión, a un ejemplar de homo ibericus, les pongo al corriente de mi comprometida situación.

16:26
Sigue lloviendo, aunque empieza a escampar. Mustaba se ofrece, haciendo gala de la legendaria hospitalidad árabe, a acompañarme hasta la residencia con la pantalla, ahorrándome así el segundo viaje.

17:12
Completado el transporte, regreso al locutorio a por la bici. Ya no llueve. Tras despedirme, me pongo en marcha.

17:20
Comienza a oscurecer. Decido acortar por una calle peatonal.


17:22
Oigo una autoritaria exhortación a mis espaldas. Me detengo instintivamente y giro la cabeza. Dos agentes de policía gritan y me hacen señas. Por desgracia, no entiendo lo que dicen.calle peatonal

17:23
Un transeúnte angloparlante que presencia la escena con cierto aire de cachondeo, se apiada de mi ignorancia y me informa de que está prohibido circular por esa zona en bicicleta. De insistir en hacerlo, me tocaría pagar una multa de 10€.

17:24
Me disculpo con los agentes con un conciliador movimiento de cejas, y continúo el viaje a pie.

18:02
Una vez en la habitación me ocupo en comprobar el correcto funcionamiento del ordenador. Los próximos días, los pasaré intentando desenmarañar los siniestros entresijos del idioma con el Curso Interactivo de Alemán en CD-ROM, que me regalaron en su momento por la compra del diccionario.
Por lo demás: Temperatura: 10ºC. Presión: 1012 mbar. Humedad relativa: 82%. Estado de la mar: llana.

Veracidad: 72%



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martes, 11 de noviembre de 2008

Acabo de leer un par de entradas de "Sin noticias de JaimeG" y la verdad es que me encanta, el estilo es muy parecido al de Mendoza y me ha traido muchos recuerdos.

Hugo Bougheriou

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jueves, 16 de octubre de 2008

¡Cocina con JaimeG! Receta 1: Tortilla de patatas

He aquí la primera receta de una nueva sección del blog: ¡Cocina con JaimeG! (aka. 'Lecciones de cocina para empanados' o 'Cocina de supervivencia'). En ella se explica en términos adaptados a las habilidades culinarias de cualquier joven universitario español (nulas), la elaboración de algunos platos sencillos. Hoy toca...

TORTILLA DE PATATAS

(Para cuatro personas -con poca hambre-)

Ingredientes:

Media cebolla.
3 patatas. (Preferiblemente grandes).
Aceite. (A poder ser, aceite de cocina).
4 ó 5 huevos. (De gallina, o en su defecto, de ornitorrinco).
Sal.

Preparación:

1. Se pone el aceite a calentar (unas cuatro cucharaditas). Se da por supuesto en este paso, que disponen de sartén o similar y de algún tipo de fuente de calor (por ejemplo un conjunto infinito de osciladores armónicos monodimensionales desacoplados).
Dado que en la cocina (al igual que en Gran Bretaña) el Sistema Métrico Internacional no goza de gran aceptación, muchos autores discrepan acerca de lo que podemos considerar 'cuatro cucharaditas'. Yo les recomiendo media sartén (es conveniente que el aceite cubra la patata).
Mientras se calienta el aceite, picamos la cebolla y pelamos y cortamos las patatas en lascas finas. Con el aceite tibio, añadimos la cebolla a la sartén.

2. Cuando las cebollas hayan subido a la superficie del aceite, se añaden las patatas (con el aceite muy caliente). Se fríen así durante un ratito.
De nuevo, el término 'ratito', introduce cierta ambigüedad. Por lo general, cuando las patatas cambian de color volviéndose doradas, podemos considerarlas oficialmente fritas. Bajamos entonces un poco el fuego para que terminen de hacerse, removiéndolas de vez en cuando.

3. Se escurren (las patatas), eliminando el aceite. Cabe enfatizar llegados a este punto que bajo ninguna circunstancia debe desecharse el aceite usado a través del fregadero, lavamanos, ducha, váter o similar. Guárdenlo en algún receptáculo al uso para su posterior reutilización, ingestión y/o reciclaje.

4. Se mezclan a continuación, las patatas con los huevos (que previamente debemos haber cascado y batido en una hondilla o 'bol'). Conviene también añadir una 'pizca' (2 ó 3 kg) de sal al batimento.

5. Volvemos ahora a la sartén. La ponemos al fuego con dos cucharaditas de aceite. Cuando esté bien caliente, se añade el contenido del bol y se revuelve concienzudamente, mezclando el huevo cuajado por el calor de la sartén con la mezcla cruda.
Cuando se haya cuajado un poco (no mucho), se pone un plato, más grande que la sartén encima de la misma, y se le da la vuelta a la 'proto-tortilla', (con cuidado para que no se caiga).
Este es el paso más crítico del proceso. Aún así, aquellos de ustedes más temerarios, pueden intentar incluso dar la vuelta a la tortilla en el aire (a lo macho), con un vigoroso movimiento de muñeca. Elijan lo que elijan, a continuación, deberán verter de nuevo la mezcla en la sartén y mantenerla ahí otro ratito más (entre 48 y 72 horas), ¡y listo!

Si llegados a este punto no han sufrido cortes ni amputaciones y no presentan ninguna quemadura de segundo o tercer grado, reciban mis más sinceras felicitaciones.

NOTA
Cualquier parecido del producto final con la tortilla de la fotografía es pura coincidencia.

¡QUE APROVECHE!

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