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jueves, 14 de agosto de 2008

Llegada a Hannover

Hoy les ofrecemos el primer post de una nueva sección. JaimeG (aka Jimmy Positrón) se ha marchado a Hannover de Erasmus sin tener la más remota idea de alemán, lo que unido a su personalidad esquizofrénica, garantiza infinidad de disparatadas y entretenidas aventuras. Para que todos sus fans puedan seguirlas de cerca, su biógrafo no autorizado La Pantera Rosa, irá subiendo al blog fragmentos de su diario personal en...


De cuando en cuando, para darle emoción, exageraremos o distorsionaremos la realidad. Al final de cada post, no obstante, se indica la veracidad de la narración (en tanto por ciento). La primera entrega relata su espectacular llegada a Hannover el 6 de agosto de 2008. Que lo disfruten.

Miércoles 6 de agosto de 2008

14:38
Salgo de Berlin en el tren con dirección Hannover. Después de subir mis dos maletas y mochilas, cuyo peso estimo en 35.0054756 kg (a la sombra), me despido de mi amigo Morgan y tomo asiento. El vagón está casi vacío. Al final, hay una zona habilitada para bicis que miro con tristeza; en cuanto llegue a Hannover me propongo comprar una con urgencia.

15:02
Estoy molido. Me planteo la posibilidad de echar una cabezadita para tratar de reponerme pero temo pasarme de parada. Desecho la idea. Estoy firmemente decidido a pasar todo el viaje sin dormir.

15:24
Me despierta el revisor de una colleja. Maldigo mi estampa. Afortunadamente, no me he pasado de estación; aún queda más de una hora de viaje. Respiro con alivio. Bueno, al menos ahora no podré volverme a dormir.

16:40
Finalmente, después de otras dos cabezadas frustradas por sendos coscorrones del atento revisor, llego a Hannover. Saco la carta que me mandaron con las instrucciones a seguir; ahora sólo tengo que buscar “the subway, line 4 or line 5”. Nada más alzar la vista veo unos carteles que rezan S4 y S5 y me dirijo hacia ellos.

16:42
Cuando llego al andén, busco la expendedora de billetes. Inspecciono el aparato durante unos segundos. No termino de comprender cómo funciona, de modo que me doy la vuelta decidido a preguntar al siguiente en la cola. Al ver su cara de mala leche y algunas manchas de sangre en su camisa, decido apartarme humildemente y observar cómo se usa desde la distancia.

16:50
Ya sé cómo funciona, pero no encuentro el código de mi parada: “Universität”. Decido consultar en la oficina de turismo, donde me agasajan con una gorra, una camiseta, un boli fosforescente y un mapa de Hannover y su transporte público. Efectivamente hay una parada con ese nombre.

17:06
Vuelvo al andén arrastrando mis 35.0054756 kg de equipaje. Pruebo suerte una vez más en la máquina de billetes sin resultado. Le planteo mi dilema al siguiente en la cola, en mi alemán ortopédico y me contesta: “Aquí no es, el tranvía está fuera de la estación. Aquí sólo hay trenes”.

17:26
Tras veinte minutos consultando el diccionario, logro traducir su contestación. Decido pues salir fuera. Una larga escalinata, me hace emerger a la superficie, donde un tipo con rastas me escupe fuego a la cabeza.

17:30
Se trata de un espectáculo callejero. El corrillo de gente congregada a mi alrededor aplaude con entusiasmo e incluso algunos me dan monedas. Me aparto de la multitud, apago mi pelo en llamas y estudio el mapa en detalle. No tengo ni idea de dónde estoy.

17:45
Mi cara de consternación no pasa desapercibida para una joven en silla de ruedas que se acerca a ayudarme. Desafortunadamente, tampoco sabe dónde está la parada del tranvía, pero se ofrece a llevarme a la Universität. En contra de lo que pensaba, no va a acompañarme a pie, sino que me lleva en coche.

18:15
Una vez en la universidad, el siguiente paso es buscar al “doorman” para pedirle la llave de mi habitación en la residencia. Por desgracia, el doorman no sólo tiene un acento terrible, sino que además no habla ni entiende inglés. Afortunadamente, una de las veinte palabras que sé decir en alemán es ‘llave’. Aún así, sospecho que no me ha entendido del todo.

18:26
Tras realizar una llamada telefónica, el ayudante del doorman monta en su bici con visible mosqueo. Diez minutos más tarde vuelve y me dice que le siga (supongo). Afortunadamente, esta vez no coge la bici. Aún así, mis 35.0054756 kg de equipaje, me impiden seguir su ritmo.

18:47
Al entrar en la residencia, observo que todos me miran con espectación. Según supe luego, el doorman había informado de que yo era un americano. Estos últimos días, he observado que la gente tiene una enfermiza tendencia a cometer este mismo error; no sé por qué (debe ser por el sombrero y las espuelas). Su preocupación se disipa al presentarme.

18:56
Nada más darme la llave, me pegan el primer sablazo: piden una fianza de 200€ que, por supuesto, no tengo. Debo hacerme con ellos mañana o afirman que se verán en la obligación de extirparme el riñón izquierdo.

18:58
Caminando hacia mi habitación veo chinos, turcos y negros en abundancia, con lo que mis posibilidades de comunicarme con éxito en inglés aumentan. Esto me gusta más. Al llegar a la cama, caí en un profundo coma del que no despertaría hasta bien entrado el día siguiente.

Veracidad: 78%



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